Es duro, es muy duro estar parada, al menos para mí.
Hoy es mi primer día de "parada" oficial. En enero cuando llegué aquí a Fuengirola no pensé que iba a tardar tanto en llegar este día, simplemente estaba hecha a la idea de que llegaría antes de tres meses y que en marzo tendría que volver a empezar laboralmente hablando. Pero esos tres meses se han convertido en diez. Diez meses compartiendo todo durante 8 horas con personas estupendas y diez meses trabajando como la que más y como diría mi novio, "dándolo todo".
Esos diez meses han dejado en mí una huella imborrable.
Muchas cosas en mi vida personal también han cambiado. En enero tenía unos planteamientos de vida, y resulta que el destino me tenía preparados otros totalmente distintos. Es curioso como se tergiversan las situaciones hasta puntos surrealistas, y como tras la tormenta de emociones, llega la calma. Y cuando miras atrás...recuerdas simplemente un cúmulo de emociones esperanzadoras y despechos crueles que solo hacen sino herirte el corazón. En mi caso, el mirar atrás es preguntarme todo el rato cómo he podido llegar a este punto. En el fondo, no sé muy bien cómo sucedieron las cosas, pero creo que no sucedieron como yo las viví. Creo que vivíamos vidas diferentes, etapas diferentes, perdimos la batalla de las palabras con el silencio.
Sinceramente, una pena que se ha convertido en gloria para los dos, de lo cual me alegro.
Esos son los frutos de las casualidades y de las mentiras.
Ni siquiera existe cordialidad.